CUANDO A LOS PADRES LES TOCA CORREGIR A SUS HIJOS…

by | Sep 21, 2020 | Uncategorized | 0 comments

Hubo una época en que a los hijos se les castigaba para que aprendieran o para que no aprendieran, los padres echaban mano de los castigos con orgullo y exageración, luego llego otra época en que los padres se cansaron de castigar, simplemente decidieron ignorar y premiar. Algunos se saciaron de tantos castigos  recibidos en su niñez, algunos fueron abusados en su integridad como hijos, en lugar de abrazos, recibieron golpes, en lugar de afecto, recibieron indiferencia, y en lugar de disciplina, algunos vivieron en un verdadero régimen arbitrario.  Es cierto que a muchos padres de hoy, sus mismos papás les provocaron traumas, iras y confusión, pero ahora que son padres, la solución, no es practicar el extremo opuesto, hay que educar a los hijos en disciplina y en amor.

Cuando pregunto a los padres que consultan acerca de los castigos utilizados, la mayoría tiene la idea de que se les está preguntando sobre los golpes o palmadas que le dan a su hijo, entonces,  adoptan una respuesta totalmente defensiva. La legislación con respecto a los derechos de los niños es muy clara en todos los países, el abuso y el maltrato  son denigrantes,  y afortunadamente están claramente delimitados para efectos legales, obviamente los padres intentan asegurarse de no ser mal interpretados o puestos en evidencia.  Lo que después queda claro,  es la ignorancia de algunos padres,  acerca de los métodos coercitivos,  y de las estrategias que existen para apoyar la disciplina de nuestros hijos.

Visualice por un momento, ¿Cómo hubiera sido su infancia sin un castigo impuesto por sus padres?, y antes de que vocifere sobre lo maravilloso que hubiera sido, visualice ahora, ¿Cómo sería su vida hoy, si no hubiera sido disciplinado cuando niño?  Imagínese su vida ahora si su padre no lo hubiera castigado por decir mentiras,  o  si su mamá, no le hubiera dicho o hecho algo por desobedecerle. Este ejercicio nos recuerda que el momento para la disciplina es en la infancia, no en la vejez. Debemos comenzar a instruir a nuestros hijos cuando son niños, no empezar en la adolescencia, -aunque algunos lo  han tenido que hacer- . La disciplina que los seres humanos recibamos en la infancia, perdurará para el resto de la vida. Es seguro, que a pesar de los posibles abusos de nuestros padres, lo bueno que ellos nos enseñaron, no se nos ha olvidado, de hecho, su legado sustenta nuestros principios, nuestro comportamiento,  y la visión que tengamos de la vida. La autoridad ejercida por ellos, determinó la autoridad que ejercemos nosotros ahora como padres, ya sea para imitarlos, o para obrar contrariamente.

Entonces debemos tomar en cuenta,  que el ejercicio de la autoridad como padres incluye dos poderes: el de tomar decisiones influyentes en el comportamiento de nuestros hijos, que perdurarán a lo largo de su vida, y también incluye el poder de sancionar. Las sanciones están relacionadas con los métodos coercitivos y los castigos, pero en ningún momento deben convertirse en  la venganza de los padres,  las sanciones son un medio de conducir a un hijo a lograr los objetivos educativos que tengamos para ellos.  En el pasado,  muchos padres utilizaron los castigos para desahogarse, para liberar la ira, la rabia, o la furia,  ocasionada por alguna conducta de su hijo. Lo que en su momento no se dieron cuenta, es que su hijo no percibió el castigo como una consecuencia de sus actos, sino como una venganza de su padre, consecuentemente, el niño no realizó la reflexión,  y quizás la lección que aprendió no fue evitar esa conducta, sino ocultar la conducta ante su padre.

Aunque parezca extraño, los castigos como venganza siguen siendo muy utilizados por algunos padres. Los comportamientos de los niños a veces son impredecibles, y lo son, porque la mayoría de los niños son impresionables, son sugestionables, y en general,  son sensibles a todo lo que los rodea, nosotros los padres, no podemos controlar todas las variables que rodean a nuestro hijo, y de pronto un día algo  nos toma por sorpresa, por ejemplo, algo “terrible” que dice como una grosería, o cuando hace algo impropio como golpear a un amigo, o mentir deliberadamente, etc. Si como seres humanos,  no hemos desarrollado la virtud de la paciencia, y no la hemos trabajado en el ejercicio parental con actitudes de serenidad, calma, tranquilidad, reflexión, buen humor y constancia,  seguramente,  nuestra reacción no será sabia,  será una reacción  impulsiva y algo visceral.

En algunas ocasiones, lo que importa no es tanto el “qué” sino el “cómo” se corrige, visualicemos por un momento una empresa donde los empleados son sancionados ante la mínima falta, imaginemos que descuentan de su salario, los minutos que llega tarde, y que no reconocen las horas extras, cuando un empleado comete una falta, su llamado de atención es en presencia de todos sus compañeros, y dependiendo del estado de ánimo del jefe,  lo suspenden durante dos días, cuando realiza un trabajo meritorio, no le dicen nada, o escasamente recibe un “buen trabajo” de alguien. Imaginemos que  ante los reclamos del empleado, la respuesta del jefe es escrita a través de un memorando con copia al archivo personal, etc.  En una empresa con estas políticas, seguramente muchos nos aburriríamos, más que compromiso y sentido de pertenencia, solo trabajaríamos por obligación, o porque no hay más opción en el momento.  Es necesario evitar un ambiente de esta magnitud dentro del hogar.

En casa no hace falta la agresividad y la violencia. Un padre debe evitar castigos como bofetadas, humillaciones, ridiculizaciones y  prohibiciones absurdas;  resulta más eficaz, las órdenes breves y dadas una o dos veces como máximo, después de esto es “cantaleta”,  y los niños se aprovechan, se acostumbran y se excusan en ellas. Es muy útil en lugar de amenazas reiteradas, ofrecer al niño la información con antelación de las consecuencias de tal o cual conducta, para que sepa a que atenerse en caso de realizarla.

En ocasiones también funciona  la privación temporal de un juguete, especialmente para los niños pequeños y de mediana edad, en los adolescentes funciona la privación a fiestas o salidas, pero no debe ser lo regular, otra herramienta,  es el aislamiento temporal, también llamado tiempo fuera donde el niño debe recapacitar sobre lo realizado en un cuarto sencillo libre de distracción, esto es muy útil en los primeros 7 años, aunque funciona en mayores edades. También es importante hacer partícipes a nuestros hijos de un reglamento familiar, en algunos casos tenemos que diseñar todo un manual de convivencia familiar.  Los padres debemos además, revisar en forma  periódica el sistema de sanciones, pues éste depende de las edades de los hijos, no es lo mismo castigar a un hijo de 5 años, que a uno de 12 años, igualmente hay que tener en cuenta los temperamentos, es decir, el castigo que puede funcionar con nuestro hijo mayor, no necesariamente funciona con el menor, por su personalidad y su forma de ser. Los castigos y las sanciones se realizan para eliminar conductas problemas, no para eliminar la inocencia de los niños.  Un castigo mal impuesto puede traer destrucción y heridas en el alma de los niños, heridas que se evidencian más temprano que tarde, y que generan más dificultades y problemáticas complejas, que la inicial conducta que generó dicho castigo.

Los castigos deben ser oportunos para que puedan surtir efecto, así como no es correcto que una madre discipline un día sí y otro no, o que discipline en una situación y en otra no, tampoco es correcto dejar pasar los días y cobrar con posteridad algo que a veces el niño ni siquiera se acuerda, o peor aún, ya no está expresando,  (salvo por  algunos casos, de niños en la pubertad y la adolescencia,   en que los padres pueden esperan hasta el fin de semana debido a sus rutinas e intereses). Tampoco es correcto acumular faltas para aplicar el castigo, hay padres que en el momento de la conducta problema no le dicen nada a su hijo, y a la 5ta vez, aplican un castigo con ira, exagerado y hasta doloroso físicamente para los niños, lo cual es totalmente injusto.  Hay otros que al castigar o sancionar, no solo le expresan su indignación por la falta cometida, sino que le sacan todo un memorial de agravios al niño, recordándole sus faltas pasadas, y peor aún, demostrándole tristemente que no ha sido perdonado.

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