LA ANSIEDAD

by | Sep 1, 2022 | Uncategorized | 0 comments

No existe nadie que no haya sentido ansiedad, esa terrible e incómoda sensación con pensamientos y fantasías negativas y hasta catastróficas, donde hemos estado aprensivos y con síntomas físicos desagradables, como manos sudorosas, latidos exagerados, nerviosismo, respiración irregular, dolor de cabeza, mareos, temblores, y miedo acerca de hechos futuros reales o imaginarios,  aunque también, encontramos algunos cuadros de ansiedad que se dan luego de eventos traumáticos, en donde la persona no puede dejar de pensar en lo sucedido, alterando todo su funcionamiento vital, en estos casos hablamos de un trastorno de ansiedad postraumático.

Generalmente, las personas ansiosas expresan temores, angustias y aprensiones en su mayoría infundadas, es evidente su preocupación al futuro, se cuestionan los errores cometidos, se sienten ineptos, y se angustian sobremanera por lo que parece innegablemente sucederá después, su discurso no siempre es concreto, de hecho, muchas personas ansiosas no logran precisar su incertidumbre, algunos expresan ansiedad ante ciertos hechos o situaciones, mientras que otros, pueden sentir ansiedad generalizada.

La ansiedad se origina cuando la persona comienza a preocuparse mental, verbal y actitudinalmente, y a esa preocupación que genera tensión, se suman pensamientos catastróficos, negativos, desalentadores o pesimistas, posteriormente, la química cerebral hace el resto, y el cuerpo comienza a manifestar todos los síntomas de hiper-excitación fisiológicos ya conocidos.

Ahora bien, te has preguntado, ¿Por qué hay personas más ansiosas que otras? Pueden existir muchas causas, sin embargo, es clave las pautas de crianza durante la primera infancia, cuando a los niños se les llena de críticas, se les recuerda inquisitivamente sus fracasos, y se les culpa por todo, se generan muchos miedos en ellos, que se proyectan posteriormente, en conductas o inclusive trastornos ansiosos. Si durante la niñez, se percibió o experimentó inseguridad, terror, intimidación, amenazas constantes, exigencias irracionales, consecuentemente, se originaron conflictos, vacíos y carencias afectivas, que alteraron el desarrollo integral de la persona. Si durante la niñez, los adultos no modelaron correctamente sus conductas ante situaciones problemáticas, conflictos conyugales, problemas interpersonales, económicos, etc. ese modelado, es decir, eso que el menor presencio, pudo ocasionarle angustia, cuando observaba problemas sin solución, donde el caos, rechazo y desprecio, acaparaban todos los territorios de su familia y de su hogar.

En general, la manera como un ser humano fue gestado, criado y educado, en su infancia y adolescencia, determina su vulnerabilidad a la ansiedad, esto sumado a ciertos temperamentos que se sabe, tienen mayor tendencia que otros.  Por otra parte, cuando las personas no realizan cierre de ciclos, no elaboran procesos de perdón completos, pueden llegar a surgir sentimientos de culpa, generando conflictos internos de gran envergadura, que le ocasionan inevitablemente los cuadros de ansiedad. Igualmente, cuando la persona ha tenido por lo menos una experiencia de percepción traumática, se generan sentimientos de temor y culpa, que ocasionan sistemáticamente cuadros de ansiedad.  También encontramos personas con experiencias negativas y de constantes fracasos, donde inevitablemente terminan sintiéndose temerosos ante nuevas situaciones, e inseguros ante relaciones interpersonales, proyectos y nuevas experiencias. Y también, encontramos personas que su predisposición a la ansiedad, radica en sus pensamientos y creencias, donde en lugar de pensar y creer de forma funcional y asertiva, piensan y creen en todo lo contrario, con temor, angustia y desesperación.

Entonces, ¿qué podemos hacer para evitar o controlar los cuadros de ansiedad?, existen muchas estrategias que se pueden practicar para reducir la ansiedad, sin embargo, es prudente identificar la base de la ansiedad, determinar la raíz que alimenta la ansiedad, determinar cuál o cuáles son los conflictos, las situaciones, los pensamientos y las creencias, que están sosteniendo los cuadros de ansiedad. También resulta muy importante trabajar para controlar y canalizar adecuadamente los rasgos de inseguridad e inferioridad. Igualmente realizar cierre de ciclos y procesos de perdón, equipa a las personas con paz interior y serenidad de pensamiento, también ayuda realizar procesos para fortalecer la autoestima y aumentar las habilidades interpersonales y sociales. En muchos casos la orientación terapéutica, brindará estrategias para distinguir la relación de los cuadros de ansiedad con las situaciones amenazadoras para la persona. También se trabajará en procesos de autoconocimiento y desarrollo personal y para fortalecer las relaciones familiares, y las habilidades para solucionar conflictos y finalmente proveerá a las personas de técnicas de relajación física, mental y emocional, además de generar la reestructuración cognitiva ideal, para sostener la funcionalidad y tranquilidad de la persona en sus distintos contextos de vida.

En fin, aunque los síntomas son similares en todos los seres humanos, las causas no siempre lo son, y por supuesto, la manera de abordar la ansiedad también puede ser diferente en cada caso. Lo importante que debes tener en cuenta es que, para saber amarte, necesitas tener control sobre la ansiedad, siempre recuerda que puedes superar la ansiedad con el enfoque adecuado, es más, ante ciertos cuadros ansiosos, puede resultarte muy positivo, usarla a tu favor, y esto lo puedes lograr cuando te preparas mental, emocional y conductualmente para el futuro.  Recuerda, la vida, no siempre tiene que tener algo porque preocuparse, sin embargo, si encuentras que vale la pena preocuparse por algo, también lo vale resolverlo certera y oportunamente, sin tener que pisar y adentrarse en territorios descontrolados de ansiedad. ¡Tú puedes controlar y superar tu ansiedad, tú lo puedes todo!