¿PADRES RESPONSABLES?

by | Mar 7, 2022 | Uncategorized | 0 comments

Es imposible olvidar el primer momento cuando tuviste en tus brazos a tu hijo o a tu hija, muy seguramente recuerdas el remolino de emociones, un éxtasis por saber que era fruto de ti, un orgullo inocente porque esa pequeña criatura te había convertido en padre o en madre, un sentimiento de alegría y a la vez de temor puro, al reconocer que, a partir de ese momento, ese pequeñito o pequeñita sería totalmente dependiente de ti, absolutamente en todo, 24/7 y en cualquier situación.  Es ese momento donde te diste cuenta que, a partir de ahí, serías verdaderamente el responsable o la responsable de otro ser humano diferente a ti.

Ahora tu hijo quizás tenga 2, 3, 4, 8 años, o inclusive sea adolescente, y aunque no siempre tengas presente ese primer momento cuando nació, es prudente que sigas recordando el compromiso y la promesa, que te hiciste o le hiciste a otros en aquella fecha, esa promesa con respecto a tu labor como padre o madre. Deseaste ser el mejor padre o la mejor madre para ese bebé, deseaste no repetir los errores que cometieron contigo, deseaste ser mejor padre que tu padre o mejor madre que tu madre, deseaste hacer de ese hijo o hija la mejor persona del mundo, y por eso, la pregunta en retrospectiva es: ¿Lo has logrado? ¿vas camino a lograrlo?, debes saber que quien mejor puede expresarlo es precisamente tu hijo, no solo con su comportamiento, sino también con su percepción y actitud de vida.

En los primeros años de vida, es responsabilidad de los padres enseñar a sus hijos a ser ordenados, a tener rutinas y hábitos operativos, ya que esto organiza su existencia y estructura su sentido de vida, son los padres quienes enseñan lo debido o indebido, para que su hijo pueda auto-regularse, disfrutando y aportando como ser social de su comunidad. Son los padres quienes orientan instrucciones a sus hijos, y los que ejercen autoridad prestigio, para que los pequeños, comprendan la verdadera obediencia, porque así podrán entender el respeto, vivirlo y exigirlo socialmente de manera justa.  Son los padres quienes se deben asegurar de hacer sentir a su hijo amado, aceptado y valorado, y esto se logra en gran parte, con una comunicación limpia, respetuosa, y demasiado prudente frente a los hijos.

En la primera infancia, se enseña a los niños el autocuidado, los buenos hábitos alimenticios, la higiene del sueño, los hábitos de independencia y autonomía y los hábitos escolares. En esta etapa, además de esta formación de rutinas y hábitos operativos básicos, la educación de los padres, debe ir encaminada a modelar y desarrollar valores en los niños, como el orden, la obediencia, la sinceridad, la perseverancia, el respeto, el amor verdadero, la prudencia, la comunicación asertiva, entre otros, nada es más importante que los valores, porque estos estructuran el carácter de los niños, les permite madurar a nivel integral, y les prepara para disfrutar y aportar como seres sociales.

Desafortunadamente, cuando los objetivos educativos, no están, o están mal estructurados, comenzamos a ver situaciones que resultan tormentosas, tanto para los niños como para los padres, por ejemplo:

  • Niños que a los 3 años aún usan pañal, porque sus padres no les han enseñado a usar el baño.
  • Niños que a los 4 años aún comen cremas y compotas únicamente, porque a sus padres les da temor darles comidas sólidas
  • Niños que comen alimentos sólidos únicamente en el preescolar, porque en casa no reciben alimentos de nadie.
  • Niños que llevan una extensa temporada haciendo pataletas de película, porque sus padres, no quieren ejercer autoridad o tienen miedo de hacerlo, y tampoco quieren indicarles el camino de la obediencia, porque ellos mismos están traumados al respecto o tampoco quieren obedecer.
  • Niños que duermen con sus padres, pero no por iniciativa de ellos, sino porque sus padres o uno de ellos, necesita llenar vacíos afectivos propios.
  • Niños absortos en las pantallas de televisión, Tablets, o celulares, afectando su salud cerebral, visual y motora, o utilizándolas como distractor en la hora de la alimentación o la inducción de sueño.
  • Niños caprichosos, impulsivos, muy apetentes y con tan baja tolerancia, que no soportan dejar de ser los emperadores de su casa y quienes mandan y direcciona la logística del hogar.
  • Padres que, en lugar de modelar seguridad y confianza, les enseñan a sus hijos a tener miedo, a desconfiar de todo, a nunca intentarlo, y necesariamente sin quererlo, a mirar la vida con desesperanza y tristeza.
  • Padres que utilizan un lenguaje irrespetuoso, imprudente e inasertivo, haciendo sentir al niño inseguro, temeroso, ansioso, irritado e infeliz.

Son muchos los casos que observamos en la primera infancia, casos por demás, augurios de una pubertad y adolescencia conflictiva. Si los padres supieran el daño que hacen a sus hijos, con pautas sobreprotectoras, con la ausencia de hábitos, con el desorden en las rutinas, con el inadecuado manejo de las conductas impulsivas, con su expresión de ignorancia frente a los niños, con su mala comunicación, muy seguramente serían más radicales en el presente con respecto a su ejercicio paternal o maternal.

Tristemente, en la segunda infancia y hasta la pubertad, observamos niños con muchos miedos, con ansiedad generalizada, con temores y fobias particulares, niños inseguros de sus capacidades, -pero seguros de sus gustos mediáticos-, con baja tolerancia, estresados, algunos con afecciones psicosomáticas, con alteraciones en su alimentación, con labilidad en su autoestima, con una afición llamativa a los medios de comunicación y redes sociales, con problemas de relación con sus pares, y, con otras cuantas conductas y actitudes, que cuestionan a los padres sobremanera, sobre lo que han hecho o no, que pudiera estar generando estas situaciones en sus hijos.

Más adelante, en la pubertad y adolescencia, en algunos casos las situaciones se desbordan, padres desesperados porque sus hijos no atienden sus consejos, no siguen sus orientaciones, no controlan su carácter, algunos tan confundidos que proyectan una baja o alterada autoestima, autoimagen, autoconcepto, y autoeficacia, en casos extremos, hijos con trastornos alimenticios, emocionales, del estado de ánimo, de identidad y conductuales. Desafortunadamente, muchas de estas condiciones, originadas desde la primera infancia, y que tuvieron un manejo negligente por parte de los adultos y cuidadores en el pasado.

Por todo esto, es muy importante que revises los objetivos educativos que tienes para lograr con tus hijos, ¿Qué quieres que ellos sean como seres humanos?, ¿Qué tantos hábitos, rutinas y valores les has enseñado hasta ahora?, ¿Qué estás haciendo para ayudarles a construir un carácter maduro?, ¿Qué haces a diario para que se formen como niñas o niños seguros de sí mismos?, ¿Cómo fomentas en ellos la independencia y la autonomía?, ¿Qué haces a diario para que sus talentos, dones, capacidades y habilidades se desarrollen y potencien al máximo?, Al ejercer tu rol paterno, ¿estas educando su identidad, autoestima, seguridad y carácter?, Al ejercer tu materno ¿estás educando seguridad, prudencia, esperanza y amor?, ¿Cómo es tu comunicación con tus hijos? ¿aún usas la cantaleta, las amenazas, las advertencias, los gritos o la agresividad?  ¿tus hijos respetan?, ¿ya saben convivir en comunidad?, ¿entienden la importancia de aportar a nuestra sociedad y no lo contrario? ¿eres un padre o una madre ausente? ¿indiferente?  Estas son solo algunas preguntas que podrían enfocarte para analizar el cumplimiento de tu responsabilidad paterna o materna.

Recuerda que, aunque nadie debería tener el derecho de condenarte, como papá o mamá, en nuestra sociedad, no solo eres el garante de los derechos de tus hijos y el encargado de su protección y desarrollo integral, también, eres el garante de sus deberes personales y sociales como seres humanos, como personas y como ciudadanos que son.  Eres el responsable o la responsable, de educar correctamente a tus hijos, para que desarrollen todo su potencial, y a la luz de los valores y virtudes, puedan vivir realmente con sentido y propósito. Tus hijos te deben superar moral y comportamentalmente, debes criarlos mejor de lo que te criaron a ti, reproduciendo lo bueno que hicieron en ti y contigo, con la excelencia que demandan estos tiempos, con la claridad de saber, y estar consciente, de que, con tus pautas de crianza, estas direccionando el futuro de nuestra sociedad. Ojalá que siempre recuerdes el agradecimiento que sentiste cuando conociste a tu hijo o hija al nacer, mi deseo es que tengas presente que tu cargo es vitalicio, y que ante todo, es totalmente un privilegio, que no todo el mundo puede disfrutar, pero que muchos darían todo por tenerlo.

Contáctame si necesitas orientación o deseas ajustar tus patrones de crianza.