Tiempo después, la mayoría de las personas pueden reconocer cuando se han equivocado, sin embargo, el darse cuenta de las equivocaciones cuando se están cometiendo, es un acto inteligente de algunos, y más allá, el prever para no equivocarse, es un completo privilegio de unos pocos. Lo que hace abundar las equivocaciones es el hecho de que nuestra vida es una constante toma de decisiones, día a día nos enfrentamos a decisiones algunas sencillas y rutinarias, pero otras, únicas y trascendentales, y aunque no siempre hemos sido entrenados para tomar decisiones, se nos demanda elegir determinado camino, tomar cierta posición, estar de cierto lado, iniciar, terminar, cambiar, transformar, movernos, reiniciar, mantener, etc. Y en medio de tanta actividad, muchos se cuestionan la asertividad de sus decisiones, muchos se preguntan si están haciendo las cosas bien o no, muchos se preguntan si se están equivocando.
El criterio de una persona tiene mucho que ver en sus decisiones, se espera que una persona que tenga madurez de carácter, elija con sabiduría, se espera que una persona con identidad definida, puede tener elementos para tomar decisiones acertadas y no perjudiciales para su vida. El carácter se refiere a los rasgos de personalidad, al tipo de temperamento, a las cualidades, habilidades, capacidades o potencialidades, que tiene la persona y que la hacen única, irrepetible y singular. Una persona que sabe quién es en todas sus dimensiones, que tiene claras sus posibilidades y que es capaz de reconocer sus limitantes, tiene altas probabilidades de tomar decisiones adecuadas. Por el contrario, una persona con un carácter inmaduro, con autoengaños acerca de quién es, con temperamento desbordado, con rasgos de personalidad desordenados, con habilidades mediocres o no desarrolladas, y con alteraciones de autoestima, aumenta la probabilidad de tomar decisiones equivocadas.
Otro factor importante en la toma de decisiones es la salud mental con relación a los pensamientos y las emociones. Cuando la persona está ansiosa, altamente estresada, o temerosa, la probabilidad de que tome decisiones equivocadas aumenta. En medio de un estrés negativo, la persona se vuelve propensa a la visión de túnel, es decir, enfoca su atención únicamente, en las amenazas, peligros y en ciertos aspectos negativos de las situaciones, en lugar de percibir las verdaderas necesidades y todas las variables involucradas del entorno, esto por supuesto, limita su capacidad cognitiva, su pensamiento crítico, su capacidad creativa, su discernimiento y su autocontrol, inclusive puede sentir tanto temor, que pierde el control y deja que otros decidan en lugar de decidir por sí mismo.
De forma similar, cuando una persona se siente ansiosa y/o temerosa, se opone automáticamente a todo lo que pueda percibir como riesgoso, por lo que su decisión se verá afectada por su percepción de peligro. Si bien, en algunos casos la decisión de la persona le evita fracaso, también su decisión, le puede evitar un gran éxito. Particularmente, grandes negocios y proyectos exitosos, tuvieron en sus orígenes y planeación, un elevado y considerable grado de riesgo. A este respecto, es necesario que la persona trabaje en su consciencia y regulación emocional, al igual que, en el tipo de sus pensamientos, se necesita una mente lúcida, generar pensamientos lo más objetivos posibles. Cuando una persona piensa objetivamente y sabe controlar sus emociones, tiene dominio sobre el estrés negativo, modera las emociones como la ansiedad o el temor, y puede reflexionar sobre la situación desde un punto de vista más integral, aún, cuestionando el concepto de otros, que, aunque puede ser concepto de expertos, no necesariamente resulta beneficioso. De esta manera se pueden tomar decisiones más asertivas y menos equivocadas.
Por otro lado, para una buena toma de decisiones, es necesario reconocer y en algunos casos, superar los prejuicios y las creencias irracionales, muchas personas polarizan sus decisiones de acuerdo a sus patrones mentales forjados por su historia de temor, fobias o traumas, conformando moldes rígidos, inamovibles e intocables para ellos, sesgando inevitablemente sus decisiones y ocasionando equivocaciones. Para evitar esto, se necesita realizar procesos de perdón y cierre de ciclos, y así, con una nueva perspectiva de la vida y de sí mismos, establecer metas funcionales.
Algunas investigaciones también describen el lado negativo del optimismo innato dentro de la teoría de las decisiones, por ejemplo, cuando la persona recibe información acerca de lo que espera y esta información es positiva, obviamente se motiva mucho más a realizarla, pero cuando la información es negativa, las personas con ese tipo de optimismo excesivo y casi infantil, hacen caso omiso a la información, porque no la quieren aceptar, por ejemplo, el caso de los consumidores de tabaco o alcohol, que aun sabiendo los efectos y consecuencias no dejan de consumirlo, pues su habituación y creencia basada en su optimismo innato, les hace creer que no contraerán enfermedades o problemas de salud. A este respecto, es necesario un trabajo constante, para reconocer nuestra tendencia no solo a procesar incorrectamente la información negativa o contraria, y la evidencia que nos llega externamente, sino también a dejar de justificarnos cuando sabemos que estamos equivocados.
Y precisamente, una de las cosas que incide en reiterar malos hábitos y malas decisiones, es la tendencia a autojustificarse, ya que cuando las personas cometen errores hacen caso omiso a la disonancia cognitiva que comienzan a sentir. Sin embargo, esta disonancia, es precisamente lo que les muestra la contradicción en sus decisiones, es decir, que no son correctas, aunque tengan razones para tomarlas. Con el tiempo cuando las personas se justifican, su autoestima se ve alterada, generalmente creándole a la persona la ficción de que, a pesar de sus errores, sigue siendo responsable, inteligente, moral y éticamente correcta, cuando en realidad, su conducta deja mucho que desear. En este punto los errores en las personas pueden llegar a ser equivocaciones tontas e inmorales.
Así que, no olvides que tomar decisiones es una constante en nuestras vidas, para saber amarte necesitas aprender día a día tomar decisiones inteligentes, empieza por reconocer que somos falibles y no infalibles, ningún ser humano está exento a equivocarse, de hecho, de las equivocaciones siempre se aprende, sin embargo, es sabio evitar decidir por lo dañino, inmoral o estúpido, ya que esto genera mucho daño inimaginable, es sabio no cometer los mismos errores. Mi invitación es que medites sobre este tema, inicia reconociendo los errores y las equivocaciones que ya has cometido, analiza porque los cometiste, rememora tu estado emocional antes y durante los errores que cometiste, detecta los pensamientos que tenías entonces, igualmente, identifica las creencias que te llevaron a tomar esas decisiones equivocadas, no olvides también desarmar cualquier autojustificación que edificaste cuando te diste cuenta de tus errores, y que en su momento no los admitiste. Y bueno, con todo este análisis, ¡reflexiona verdaderamente! Hay mucho que aprender sobre lo que te falta, sobre lo que adoleces, sobre tus debilidades, sobre las tendencias y patrones que sobresalen en ti al momento de decidir, por ejemplo, si tiendes a tomar decisiones apresuras, o decisiones arbitrarias, o inclusive si tiendes a ser demasiado lento para decidir.
Tienes el desafío de superar miedos y traumas, de no seguir equivocándote en lo mismo, de asesorarte sabiamente, de demostrar determinación y constancia en tus planes, de mantener tu escala de principios y valores alineada con tus acciones y conductas. Cuando tomes decisiones recuerda concentrarte en lo más importante y no en lo secundario, intenta ser lo más lógico, funcional y coherente, ten claro lo positivo y lo negativo de tu decisión, analiza la situación, pero también ten en cuenta tu intuición, y obviamente mantente informado sobre todo lo que compete con relación a tu decisión, estas orientaciones te pueden evitar cometer mayores o reiteradas equivocaciones.