Una de los temas que pareciera más desatendidos en la actualidad por los padres de familia, es sin duda la urbanidad y la etiqueta de los niños, me refiero específicamente, a la educación conductual que los padres pueden proyectar en los niños, para que expresen determinadas acciones, palabras y decoro en ciertas circunstancias, lugares y con ciertas personas o contextos. Obviamente, los tiempos han cambiado, -y con ellos-, la cultura se ha transformado, trayendo nuevas tendencias y formas sociales, que han revolucionado totalmente los modales, los comportamientos y la misma etiqueta. Ahora bien, ¿Cómo se supone que los padres pueden enseñar a sus hijos urbanidad y etiqueta? Y más aún, para aquellos que si lo quieran hacer ¿Cómo se supone que lo puedan hacer? En realidad, cuando los padres me consultan éste tema, lo relacionan con una celebración, un viaje específico, una reunión familiar o un compromiso educativo o laboral, a donde tuvieron que asistir con sus hijos y donde literalmente, los pequeños terminaron comportándose de una manera no deseada ante las miradas adultas.
Entonces, ¿que sería importante tener en cuenta en la educación de los hijos para enseñar sobre éste tema?
Primeramente, entender como padres, que somos seres sociales, vivimos en comunidad, y a pesar de tener unicidad, singularidad y particularidad, al estar inmersos en una sociedad, compartimos algunas normas, deberes y hasta obligaciones, con el simple objetivo de llevarnos bien unos a otros, de lograr una convivencia sana, e inclusive, de aportar significativamente a su desarrollo, si bien, tenemos que ser tolerantes en las diferencias unos a otros, el orden social demanda que cada ser humano, demuestre respeto, y asimile no solamente sus derechos sino también sus deberes. Esta es la sustentación de todos los manuales de convivencia, de los pactos de corresponsabilidad, y de cada constitución geopolítica de nuestro mundo.
Segundo, es importante reconocer que las buenas maneras, las conductas respetuosas y la etiqueta social, aportan significativamente al éxito social de los niños y jóvenes tanto en sus relaciones interpersonales como en su vida educativa y laboral. Lamentablemente, algunos padres no educan al respecto, porque desconocen la utilidad de la urbanidad y rechazan la etiqueta por simple prejuicio, también existen algunos padres que admiten su ignorancia con respecto a las conductas esperadas en ciertos contextos como bodas, funerales, reuniones sociales o inclusive reuniones familiares y obviamente, nadie puede educar lo que no sabe.
Y tercero, es muy sabio comprender que la urbanidad y la etiqueta no se trata de restricciones ni limitaciones arbitrarias, ni están destinadas a un sector de la población, por el contrario, la urbanidad y la etiqueta, comprenden consideraciones de orden, decoro y respeto para guardar en situaciones sociales y favorecen los buenos hábitos y la práctica de rutinas operativas, facilitando la convivencia, y haciendo sentir mayor seguridad y confianza a todos quienes las practican.
Ahora bien, no se trata de practicar ciegamente la urbanidad de Carreño o Erasmo autores que respondieron a las necesidades de su época, siendo realmente revolucionarios sus manuales desde cuando comenzaron a escribirlos hace más de 150 años, debemos tener en cuenta que culturalmente nuestra sociedad se transforma a cada segundo, por eso, simplemente, se trata de reconocer que dentro de los objetivos educativos de la mayoría de los padres, si encontramos ese deseo de que sus hijos, no solo sean felices, sino también, resulten buenos ciudadanos donde sea que terminen viviendo en este mundo globalizado, que aporten a la sociedad, que la mejoren y que sumen al desarrollo y progreso de su generación, y esto es lo que sustenta y estructura la práctica de normas de convivencia sociales.
Por todo esto, es que moderadas reglas de urbanidad y etiqueta, pueden permitir a los seres humanos convivir pacíficamente en sociedad, así que, si eres un padre o una madre que quiere enseñar buenas costumbres familiares y sociales y educar la civilidad en los hijos, ten en cuenta las siguientes orientaciones:
- Establece rutinas operativas y funcionales, enseña modales dentro de casa, desarrolla hábitos de higiene y aseo, por ejemplo, el comer juntos en familia, sentarse a la mesa compartiendo la comida, educa el uso correcto de utensilios y cubiertos y disfruta el momento familiar, es la mejor educación para fortalecer hábitos de autocuidado y generar buenas tradiciones en ellos.
- Enseñan maneras correctas de decir las cosas, no solo es la utilización de las palabras “por favor”, “gracias”, “lo lamento, discúlpame”, -que obviamente son necesarias, sino también, aquellas palabras correctas para dirigirse no solo a sus amigos, sino también a los adultos, padres y cuidadores.
- Cuando los padres ejercen su autoridad de manera justa, firme y constante, pueden orientar el seguimiento instruccional en los niños no solo dentro de casa, sino fuera de ella, en lugares públicos, o en reuniones de distinta categoría, especialmente en aquellos casos y situaciones donde se espera que los niños tengan autocontrol y regulación como, por ejemplo, una celebración familiar, una boda, una reunión eclesiástica, un banco, una oficina gubernamental, una excursión, una visita a museos o zoológicos, etc.
- Es imprescindible y particularmente útil cuando los padres tratan respetuosamente a sus colaboradores, compañeros de trabajo o estudio, e inclusive subalternos cuando los tienen, es decir, empleadas domésticas, personal operativo como jardineros, etc. Este trato lógicamente incluye cuando hablan por teléfono con colegas o diferente personal. Los niños escuchan siempre a sus padres en todo lugar y muy especialmente en casa y en el carro.
- Enseña a los niños a cuidar el planeta, incluye no arrojar basuras a la calle o en los parques, es propicio enseñarles a tirar la basura en los lugares adecuados, y utilizar óptimamente los recursos naturales como el uso prudente del agua, esto fomenta en ellos, consciencia ecológica muy útil para su futuro y el de la sociedad.
- Resulta muy importante que los niños comprendan la importancia de la seguridad vial dentro y fuera de los vehículos, particularmente el uso de los cinturones de seguridad y las sillas para los niños que han salvado muchas vidas, el acatar rigurosamente las normas de tránsito frente a ellos y darles paso a los peatones, por ejemplo, hacen parte de una básica educación ciudadana.
- Una de las mejores cosas que los padres pueden hacer por sus hijos, es enseñarles a no discriminar a las personas, a respetar la dignidad de los demás y tener consideraciones, especialmente, por aquellos menos favorecidos, cuando los niños y jovenes expresan este tipo de respeto, se incrementa su ética social, lo que termina sumando a su comunidad tolerancia, inclusión y solidaridad.
- Las normas de salubridad han cambiado, se han vuelto más rigurosas desde la pandemia del Covid-19, por tal motivo, es imprescindible enseñara a los niños acciones de prevención de contagios, particularmente resulta necesario educar la manera correcta de cubrirse al estornudar, de utilizar mascarillas cuando sea necesario o mandatorio, aplicar las orientaciones de bioseguridad, cuidar y utilizar correctamente los baños privados y públicos, etc.
- Generalmente, los niños que cuidan su casa, sus juguetes, sus artículos personales, su ropa, sus bienes y posesiones, son niños que están en capacidad de cuidar también el lugar donde viven, es decir, su barrio, su comunidad y su ciudad. Enséñales a valorar el vecindario donde viven y a cuidar y proteger literalmente la ciudad donde habitan, esto hace parte de su formación ciudadana, lo que asegura a futuro su labor de preservación y mejora a la sociedad.
- En la primera infancia, son los padres las figuras más importantes y necesarias para los niños, son guía de conducta y de comportamiento para ellos, en estos tiernos años, son quienes pueden y deben tener la sabiduría, no solo para mostrar a los niños como se deben tratar los seres humanos entre sí, sino también, para tomar las decisiones en cuanto a hábitos y rutinas de sueño, alimentación, autocuidado, pantallas, horarios, etc. Son los padres quienes terminan escogiendo los juguetes, la ropa, la comida, los horarios de rutinas, el consumo audiovisual, y todos los elementos que los niños tienen en sus cuartos y en sus casas, por esto, es necesario, tener la conciencia correcta para escoger selectivamente, en definitiva, lo que los padres escojan en los primeros años de vida, afectará a sus niños para el resto de sus vidas.
- En cuanto a la etiqueta hay que recordar que se refiere a ciertas formalidades especialmente en actos públicos, sin embargo, ésta se enseña y practica inicialmente dentro de la familia. Cómo padres pueden educar etiqueta cuidando los detalles en la mesa, por ejemplo, también, permitiendo que los niños demuestren acciones de solidaridad con otros, que ayuden paulatinamente con los deberes en casa, que expresen actos de generosidad y agradecimiento con otros. También resulta muy útil enseñarles la manera de dirigirse a sus pares y a los mayores, a comportarse en los tipos de reuniones, enseñarles a hablar cortésmente por teléfono, fomentarles el llegar a tiempo a los compromisos y reuniones, educarles el ser obedientes en reuniones sociales, que cumplan los manuales de convivencia de las instituciones educativas donde estudian, que se dirijan a otros con tonos de voz moderados y asertivos, importante que sepan respetar las cosas de los demás, llamar a los demás por sus nombres propios, saludar y despedirse siempre, disculparse oportunamente, pedir cortésmente favores, inclusive fomentar el buen hábito de la lectura, pues con ello, aprenderá tanto el lenguaje, que tendrá una excelente comunicación escrita.
Finalmente, nunca olvidemos que nuestros hijos reproducen el modelo que les mostremos en sus primeros 15 años de vida, en su desarrollo psico-evolutivo, dirigimos sus conductas la mayor parte del tiempo en su primera infancia, en su segunda infancia, las orientamos estimulando su discernimiento y su criterio, en la pubertad, comentamos sus conductas alabando las adecuadas y reflexionando sobre las inasertivas, y en la adolescencia, realizamos observaciones privadas y discutimos la funcionalidad y utilidad social de las distintas conductas que se presentan, generalmente llegando a acuerdos y consensos. Lógicamente si la crianza ha tenido equilibrio entre autoridad y afectividad, además de haber sido ejemplar en hábitos y conductas de padres y cuidadores, los hijos no tendrán mayores conflictos al respecto.
Los padres con carácter siempre educarán la integralidad en sus hijos, detrás de niños y jóvenes con urbanidad y etiqueta, generalmente, encontramos padres y madres que supieron potenciar la autoestima de sus hijos, que desarrollaron la inteligencia emocional y espiritual de los pequeños y que, desde temprano, tuvieron claridad en los valores éticos, morales y cívicos, que querían formar en esas personitas convertidas en ciudadanos y seres sociales desde siempre, mi invitación es por tanto incentivar factores protectores en los hijos educando buenas maneras, formas y costumbres establecidos familiar y comunitariamente.