Aún desde antes de nacer, los bebés en gestación vivencian un lazo psico emocional único y especial con sus padres, perciben si son aceptados o no, son capaces de sentir el amor o el rechazo de sus padres, inicialmente perciben las emociones de su madre, pero también llegan a reconocer la voz y la presencia de su padre. Poco a poco se va formando un vínculo de apego que, dependiendo de los padres, y muy especialmente de la madre, le va a generar una particular forma de relación consigo mismo, con sus padres, con el mundo y con la vida.
Luego de nacer, los cuidadores primarios deben estar siempre disponibles para ese bebé, se supone que, ante tanta indefensión y vulnerabilidad, deben responder a todas sus necesidades. El vínculo que se comenzó a tener en el período de gestación, ahora se consolida de acuerdo al cuidado y trato que el niño comienza a recibir de sus padres. Las necesidades básicas deben ser ampliamente satisfechas, se espera que el bebé se alimente con lactancia materna, que paulatinamente organice sus ciclos de sueños, que sea atendido en su integridad física, y también, que sea provisto de un ambiente de paz, tranquilidad, cariño, alegría y mucha seguridad. Nada hay más importante en esos primeros meses y años de vida para los niños, que el hecho de sentirsen bien cuidados, protegidos, amados, seguros y confiados del amor y presencia de sus padres, los niños desarrollan vínculos emocionales y afectivos con sus cuidadores y esto es lo que llamamos; el apego.
Desafortunadamente en este proceso, surgen situaciones donde los niños no siempre se sienten seguros sino lo contrario, algunos no perciben la seguridad de sus padres sino sus miedos, algunos en lugar de confiar en sus padres desconfían de ellos, por su manera de hablar, de actuar o de comportarse en distintos contextos, algunos niños no se sienten seguros del amor de sus padres, ya que su percepción de amor es diferente a la de sus padres. Lamentablemente, muchos trastornos y desviaciones en la adultez, tienen su origen en los vínculos y relaciones de apego de la niñez.
Se espera que en los primeros años, los niños disfruten estar con sus padres más que con nadie en el mundo, se espera que papá y mamá sean figuras de seguridad y paz, -y no lo contrario-, por ello cuando los niños se separan de sus padres, si es normal que se muestren ansiosos por la ausencia de sus cuidadores afectivos, también es normal que muestren alivio cuando se reencuentren, es normal que los niños se sientan inseguros en muchas situaciones porque hay muchas actividades y contextos novedosos para ellos. Lo que no es normal es que el niño exprese inseguridad, confusión y conflicto con figuras afectivas primarias, ya que esto, le traerá desequilibrio, temor y trauma, tampoco es normal que el niño sea indiferente frente a la presencia o ausencia de sus progenitores, o que no parezca terminar su período de adaptación a su preescolar o colegio.
Cuando los niños no tienen confianza en sus cuidadores, y cuando se les modelan miedos e inseguridades, se pueden originar traumas de crecimiento y desarrollo que los afectarán por el resto de sus vidas. Por esto hablamos de trastornos de apego en los niños, cuando en el embarazo y los primeros años de vida, los cuidadores primarios no suplen las necesidades básicas, emocionales y afectivas de los niños, entonces no generan un vínculo seguro con los adultos, ocasionándoles conflicto y necesidades que los pequeños intentarán resolver a toda costa.
¿Qué necesitas saber para desarrollar un vínculo de apego seguro con tus hijos?
Inicialmente es necesario recordar que todo padre y toda madre, deben estar siempre disponibles para sus hijos bebés, responder y suplir sus necesidades de alimento, abrigo, sueño, cariño, ternura, protección, seguridad e integridad en general. Este cuidado le demostrará al niño que su ambiente es seguro y confiable, le estimulará en su desarrollo y crecimiento, incentivándolo para explorar su mundo, y propenderá para la formación de una autoestima saludable.
En la medida en que van creciendo los niños, la relación de los padres o cuidadores primarios debe ser mucho más emocional, el niño ya no necesita únicamente cuidado y comodidad, también necesita placer, alegría, identidad, pertenencia y muy buenas experiencias significativas, esto conforma una relación psicológica estrecha. Es normal que los niños quieran estar cerca de sus padres, que los perciban como su refugio, que los vean como su seguridad y que expresen cierta ansiedad frente a su ausencia, esto se da porque se sienten dignos de amor y confían en sus padres, sin embargo, también desarrollan comodidad con su compañía, y a su vez esto les proyecta seguridad para también estar temporalmente solitos. Cuando esto se da en casa, los niños pueden superar relativamente fácil, los períodos de adaptación al preescolar o colegio, los niños comienzan a confiar en sus maestras y en las figuras afectivas institucionales, saben que los adultos están para ayudarlos, no se sienten perdidos ni abandonados, sino acompañados y protegidos.
El apego seguro se establece en los niños cuando en casa los padres se llevan bien entre sí, cuando el niño observa el buen trato entre sus padres, cuando hay rutinas y hábitos operativos básicos, cuando el lenguaje que se expresa frente a los niños es de esperanza y optimismo, pero también prudente, concreto y sencillo, cuando los padres evitan modelar sus propios miedos a los niños, cuando comparten tiempo y actividades significativas con ellos, especialmente juegos y actividades lúdicas. También se establece un apego seguro cuando el niño observa a sus padres disfrutar de la sociedad y compartir actividades con familiares y amigos, y que, además, gustan de dichos relacionamientos, también se fomenta el apego seguro cuando a los padres les gusta viajar, pasear o simplemente disfrutar de un parque cercano observando, explorando, y siendo bastante prudentes con los comentarios. Los niños modelarán a sus padres, querrán ser como ellos, disfrutarán explorar, conocer, interactuar, serán amistosos por modelado y por gusto, disfrutarán de las relaciones con sus compañeritos y amigos, y esto será un predictor de la estabilidad y constancia en sus relaciones íntimas en la adultez.
Ahora, los momentos claves para fortalecer el apego seguro, se relacionan con los momentos donde el niño siente miedo, angustia o temor y la conducta asertiva y modelado del padre o de la madre, serán determinantes para que el niño se sienta seguro en lugar de angustiado, ansioso o aterrado. Por esto es muy importante el autocontrol paterno y materno, ya que no se trata solo de actuar apropiadamente en la cotidianidad, sino también en los momentos de riesgo o posible peligro. También hay que aprovechar los juegos, estas actividades potencian significativamente la relación de los niños con los padres, y hacen sentir a los niños increíblemente unidos y cercanos a sus padres. Por supuesto deben ser actividades lúdicas agradables donde la expresión emocional de alegría, afecto y amor sea evidente para los pequeños.
Recuerda la importancia de establecer un apego seguro con tus hijos, algunos padres desconocen que los vínculos y los apegos en la primera infancia, determinan la buena autoestima, la independencia y la autonomía, igualmente, los apegos de la niñez determinan las conductas en la adultez por ejemplo las relaciones románticas, las relaciones amistosas, el concepto que se tenga del amor y del enamoramiento, la manera de concebir los géneros, la manera de identificarse o rebelarse frente a figuras de autoridad, todo esto se determina desde la infancia. En casos extremos cuando hay vínculos negativos y disfuncionales, aumenta la probabilidad de sufrir abusos físicos, emocionales o sexuales, expresar en la adultez negligencia y problemas de ira paterna, estados no voluntarios de soltería, consumo de sustancias psicoactivas, entre otros.
Cuando los padres actúan de manera temerosa, insegura, intermitente, inconstante, confusa y estresante, los niños comienzan a expresar variaciones en sus vínculos y conductas de apego, a diario encontramos niños con apego inseguro, ansioso o ambivalente, niños que están creciendo en hogares con inconsistencias, donde no siempre apoyan al menor y donde no los validan, niños que aún desde antes de nacer, reciben demasiadas respuestas negativas e impredecibles de los padres o cuidadores, niños que crecen escuchando un lenguaje inasertivo exagerado y dramático de parte de sus padres, niños cuyas madres y aún padres, no son consistentes en sus respuestas frente al niño y lo abruman con tanto sobreproteccionismo y permisividad, niños que viven en hogares donde la relación de los padres es inestable o pésima. Niños donde los padres y muy especialmente la madre no siempre está disponible, porque trabaja o estudia, o simplemente no está presente la mayor parte del tiempo, haciendo sentir al niño ignorado e inclusive rechazado.
Todas estas dinámicas relacionales hacen que los niños se sienten rechazados, perciben a los adultos con desconfianza, estos niños en su etapa preescolar casi siempre expresan mucha dependencia, llanto recurrente y sin motivo, necesitan estar siempre cerca de maestras, y en posteriores etapas, e inclusive en la adultez, evitarán algunas relaciones o situaciones sociales, exagerarán la angustia, la ira, el miedo y la ansiedad, tenderán a ser dependientes emocionales y lucharán porque sus limitadas relaciones con los demás sean altamente significativas. El apego inseguro en su extremo es un predictor de trastorno emocional y comportamental, de depresión, ansiedad, promiscuidad sexual, infidelidad, y de conflictos de pareja por percepción de sentimientos no correspondidos, por inestabilidad en la manera de amar ya que son muy intensos al inicio, pero luego abandonan o evitan.
Aquellos niños que tuvieron apegos disfuncionales, cuando adultos tendrán dificultades en sus relaciones de pareja, especialmente en su temor a la intimidad, algunos inclusive, evitarán por temor al rechazo y al abandono, las relaciones de pareja y el compromiso que tanto anhelan, otros buscaran validación y afirmación tratando de subsanar sus vacíos de autoestima.
Por todo esto, y si eres un padre de niños pequeños, te animo a establecer firmemente un vínculo seguro con tus hijos, ciertamente sabemos que sin apego un bebé no logra sobrevivir, pero sin apego seguro, un ser humano en su adultez desaprovecha gran parte de su potencial y de la vida que tiene. Si ya eres un padre de niños grandes e inclusive adolescentes, recuerda que nunca es tarde para trabajar intencionalmente en fortalecer las buenas relaciones con tus hijos, compartiendo tiempo y actividades significativas que realmente impacten en su corazón y su alma. Los padres siempre debemos asegurarnos de hacer sentir a nuestros hijos amados, aceptados y valorados.
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