Las primeras experiencias alimentarias de todo ser humano tienen lugar en el hogar, son los padres y cuidadores los encargados y por demás responsables, de educar adecuados hábitos alimenticios en sus hijos, y particularmente, es en la primera infancia, donde se forman los patrones de consumo que nos acompañaran gran parte de nuestra vida, especialmente en etapas de crecimiento y juventud.
Los niños son direccionados por los adultos quienes les orientan en qué, cuándo, cómo, dónde, cuanto y con qué se consumen los alimentos, y a través de la repetición se les consolida sus rutinas de alimentación, y aunque las influencias sociales, culturales y de los medios de comunicación, pueden afectar y alterar los hábitos alimenticios, realmente la calidad de la alimentación de los niños, depende mayormente, de los conocimientos nutricionales de los padres, de su ejercicio de autoridad, y de su organización y logística al interior del hogar.
El momento de la comida para los niños no debe ser un tiempo solamente para “llenarlos”, ya que, por encima de los productos de moda, de los alimentos fáciles de preparar, o de aquellos que ya vienen listos para el consumo, tenemos que buscar la calidad y la nutrición. Lo que los niños necesitan son alimentos que los nutran, que les den energía, que fortalezcan su salud corporal, que promuevan su metabolismo, que les favorezcan correctamente su crecimiento y desarrollo físico, cognitivo, emocional y mental, además de su madurez biopsicosocial. Por otro lado, lo que nos niños no necesitan, son aquellos alimentos repletos de químicos, de azúcar y de grasas dañinas.
Una vez que los padres hayan seleccionado un adecuado menú, viene la tarea de elaborar los alimentos de forma limpia, natural, y con los ingredientes más excelsos, para luego dárselos en los tiempos que culturalmente estén establecidos (desayuno, almuerzo, cena, etc.) Ten en cuenta que los niños recibirán los alimentos, siempre y cuando, los padres y cuidadores se los den una y otra vez, y en este punto, es donde necesariamente se precisa de la autoridad paterna y materna, para que, con firmeza y constancia, los padres perseveren y persistan frente al niño con esos alimentos que por falta de experiencia gustativa inicialmente él rechaza.
El hábito de alimentación se consolida gradualmente, inician recibiendo algo, luego recibiendo todo, comienzan a comer algo o parte de la comida “solitos”, luego pasan a comer todo utilizando los cubiertos ellos mismos. El tiempo se va reduciendo y de comer en una hora o más, poco a poco, terminan comiendo en un lapso inclusive de 20 a 30 minutos.
Es imprescindible que el hábito de la alimentación saludable y nutritiva, se consolide en la etapa preescolar, o en la primera infancia de los niños, así que, si deseas orientaciones detalladas sobre este tema, no dudes en contactarme. anahildacruz@gmail.com WhatsApp +57-3174352680.