Seguramente has sabido el caso de algún niño que literalmente le ha pedido a sus padres un hermanito, y ante semejante solicitud tan loable y justa, los padres sin reparo se embarazaron para traer ese nuevo ser a la familia, que en principio traería compañía, juego, inspiración y amistad a ese hijo único, quien pasaría a ser el hermano mayor responsable, modelo, maduro y feliz en dicha hermandad. Oh sorpresa, cuando al llegar el nuevo hermanito(a), casi inmediatamente surge la rivalidad fraterna, las actitudes displicentes, los celos, e inclusive, el rechazo manifiesto, además de otras conductas que abruman a los padres y confunden a toda la familia.
Inicialmente la rivalidad fraterna, es un conflicto originado en el egocentrismo del hermano mayor, algunas hablan de una lucha territorial en donde antes se era el centro de atención y amor de los padres y familiares, y, que inevitablemente, el hermano menor irrumpe involuntariamente, para acaparar parte de esa atención y amor, generando un desbalance intrapsíquico y ambiental, produciendo un conflicto interno en el hermano mayor, quien por un lado siente cariño, ternura y lealtad hacia su nuevo hermano, pero por otro, experimenta ansiedad e inseguridad, y termina percibiendo rechazo y hasta discriminación,
No todos los niños manifiestan las mismas conductas, algunas son evidentes, pero otras son latentes, su expresión depende de muchas variables, con respecto a los patrones de crianza y los estilos de autoridad, los estudios indican que la crianza autoritaria, dura y coercitiva aumenta las probabilidades de conflictos de rivalidad fraterna, pero igualmente la crianza sin límites les genera confusión y desespero. Con respecto a los niños como hermanos mayores, su madurez, auto regulación y socialización, afectan su percepción fraterna, algunos estudios indican que los niños que se llevan bien con sus compañeritos de preescolar, expresan mayor adaptación a su hermanito o hermanita menor.
De todas formas, la rivalidad fraterna, puede ser manejada prudente y pacientemente por los padres, cuando utilizan un lenguaje verbal y no verbal inclusivo, prudente y asertivo, cuando continúan respetando el tiempo compartido con el hijo mayor, y realizando actividades y espacios con él o ella según su edad y desarrollo, cuando se protegen los espacios del hijo mayor, cuando continúan vivenciando una afectividad positiva, además de unos hábitos operativos acorde a las capacidades del niño mayor, y cuando paulatinamente, van expresando abundante amor sin medida y sin preferencias frentes a sus hijos.
Cuando los hermanos van creciendo, el liderazgo y las pautas de crianza de los padres, son determinantes para establecer funcionales relaciones entre los hermanos, la mayoría de las veces, los padres esperan que los hermanos se apoyen y aprendan unos de otros, sin embargo, también se observa que los niños compiten por la atención de los padres, y en ciertos casos, los menores modelan las conductas negativas o inasertivas de los mayores. En este caso, resulta importante, la dinámica relacional entre padres e hijos, es vital que se respete los espacios propios de cada hijo; ten en cuenta que la conversación, los diálogos, la educación de valores y virtudes resultan vitales, al igual que el ejercicio prudente y equilibrado de la autoridad de los padres.
Desde el final de la primera infancia los hermanos resultan ser maestros importantes, entre ellos se influyen positiva o negativamente sobre la salud mental, también se modelan comportamientos dentro y fuera del hogar, se orientan en sus vidas académicas, y en la gran mayoría de los casos, se conocen su vida social, especialmente cuando comparten la misma institución educativa.
Las sanas relaciones entre hermanos, son determinantes en su salud mental y emocional, durante su crecimiento, se van formando estrechos lazos donde el afecto, la intimidad y la ayuda mutua, se destacan por encima de los conflictos menores propios de la convivencia, generando amplias y sobresalientes habilidades sociales con pares, además de niveles mas altos de resiliencia e inteligencia emocional inter e intrapersonal. Sin embargo, cuando las relaciones entre hermanos no son saludables, las investigaciones denotan tendencias negativas en la edad adulta, con propensión a síntomas depresivos y abuso de sustancias psicoactivas, entre otras situaciones similares, esto debido a las conductas modeladas y los distintos conflictos de relación de los hermanos.
Por esto, es muy importante fomentar las buenas relaciones fraternas en los hijos, apóyalos para que sean relaciones estables y aliadas, ya que finalmente, para ellos, sus hermanos llegan a ser figuras tan importantes como sus propios padres, con el tiempo, los niños pueden llegar a pasar más tiempo con sus hermanos, que con cualquier otra persona, incluidos padres y amigos, es decir, los hermanos, son en muchas ocasiones, las relaciones más duraderas de la mayoría de las personas desde su niñez hasta su vejez.
De hecho, en la edad adulta, aunque su interacción se reduce, los conflictos fraternos disminuyen ostensiblemente, y las relaciones entre hermanos resultan ser muy importantes, algunos estudios indican que, aunque la comunicación de los jóvenes y adultos es menor, sus conversaciones y encuentros son más significativos y empáticos, expresando mayor vínculo y apoyo en sus proyectos, especialmente en la adultez emergente. En posteriores etapas, aquellos hermanos con relaciones cálidas, experimentan protección mutua contra situaciones de soledad, por el contrario, aquellos que no tienen ese tipo de relación, pueden llegar a experimentar síntomas de depresión, ansiedad, hostilidad y soledad.
Es necesario, que los padres fomentemos sanas relaciones entre nuestros hijos, somos los padres quienes podemos ayudar a que nuestros hijos se lleven bien entre ellos, debemos evitar comportamientos que favorezcan a unos por encima de otros. Recuerda que los niños siempre te están observando y detallando como tratas a su hermano o hermana; tus palabras, gestos, ademanes, comportamientos frente a ellos, deben ser cada vez más pulidos, prudentes, justos y transparentes.
Enséñales a regular sus emociones, a tener seguimiento instruccional, enséñales a compartir juegos entre ellos para que puedan compartir con pares fuera de casa, enséñales a compartir actividades deportivas o artísticas, enséñales a tratarse con respeto, enséñales a ser fieles amigos, enséñales prudentemente a resolver sus conflictos y problemas antes de dejarlos que los resuelvan solitos, enséñales a dialogar, a conversar entre ellos, a exponer serenamente sus puntos de vista contrarios, elógialos a cada uno de manera honesta e inteligente, respeta los límites conductuales y vela para que ellos los respeten, ten mucho cuidado en los cambios transicionales de sus vidas.
Como padre o como madre, es fundamental tu enseñanza y educación, tu acompañamiento y apoyo, nunca olvides que uno de tus mayores legados para ellos, es el hecho de que sean compañeros, amigos y aliados para el resto de sus vidas, al fin y al cabo, se espera que ellos compartan mucho más tiempo y años, de los que tu como papá o mamá compartirás con ellos.