Para formar hijos que vivan confiados se necesita que los padres la vivan en la cotidianidad, en su manera de hablar entre sí y frente a los niños, en su manera de expresar su comunicación no verbal, en su manera de mostrar paz en medio de tormentas, serenidad en medio de caos, y tranquilidad en medio de la incertidumbre. Es muy difícil, pero este es uno de los desafíos que los padres de hoy tienen que afrontar, si quieren criar hijos con una actitud perseverante y con un sistema de creencias asertivo, de cara a las situaciones “anormales” de nuestra cultura y sociedad.
Los siguientes son doce actitudes inasertivas de los padres que pueden afectar la educación de la confianza en los niños:
- Quejarse frente a ellos todo el tiempo
- Expresar desagradecimiento constante por todo o por algo en particular
- Criticar con el dedo “acusador” a autoridades, gobiernos, personas, grupos, etc.
- Hablar del “futuro negro” de nuestra sociedad arguyendo todo tipo de razones, desde que “los tiempos antiguos fueron los mejores”, hasta los del tipo “a este paso… ¿A dónde iremos a parar?
- Cuestionar las intervenciones o puntos de vista del niño desaprobándolo fríamente.
- Expresarles ansiedad, trastornos de pánico, nerviosismo constante.
- Manifestar en casa permanentemente, emociones como la angustia, el miedo, el terror, el pánico, la tristeza, entre otras.
- Hablar frente a los hijos de las incapacidades y limitaciones personales como miedos, temores, pánicos, fobias, y utilizando además un lenguaje dramático.
- Utilizar mucho más la palabra “no” en la crianza que la palabra “si”. Expresar esos “no”, en la cotidianidad promueven un ambiente negativo y limitante.
- Expresarles demasiadas prevenciones y en forma reiterativa, promoviendo actitudes reactivas, o de victimización, entre otras.
- Prometerles algo y no cumplirles
- No ejercer autoridad frente a ellos, ni establecerles límites diarios les genera inseguridad y desconfianza, traducida en rebeldía, agresividad e inmadurez.
A todos los padres nos conviene tener hijos que sepan confiar, primeramente, en sí mismos, en su futuro y luego en otros. Los niños tienen derecho a soñar con un mundo hermoso, con sueños posibles, con el amor y no la guerra, con una vida bendecida y no lo contrario, permítales aprender la confianza como una de las virtudes más importantes de este tiempo, precisamente, por todo lo que está ocurriendo, permítales soñar, reír, aprender, jugar, compartir, y sobre todo, foménteles un sistema de creencias que los sostengan en tiempos peligrosos y de incertidumbre.
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