¿Por qué estás llorando? – Es que a mi papá no le está alcanzando el dinero y mi mamá me dice que ya casi no tenemos para comer. ¿Y qué piensas al respecto? – ¡me gustaría poder trabajar, necesito ganar la lotería para darles todo lo que necesitan y ser millonarios!…. Este fue el comentario que un joven de 10 años me dijo hace un tiempo. Como él, hay muchos niños que manejan índices elevados de ansiedad, a su corta edad manifiestan estrés por presión familiar, algunos evidencian cambios temperamentales, de ánimo, e inclusive alteraciones en su desempeño académico.
Los niños deben crecer en un ambiente de normas y límites claramente definidos, es justo que a medida que van creciendo, deben tener más responsabilidades, pero es injusto a su vez, que estas responsabilidades, no sean de acuerdo a su edad, de acuerdo a su madurez, y de acuerdo su capacidad física, mental, espiritual y psicológica. Algunos padres exigen a sus hijos de 4 años hacer (tender) perfectamente su cama, cuando la coordinación visomotora y motriz de su hijo no está todavía perfeccionada, Igual sucede con otra serie de tareas caseras, que en definitiva, requieren experiencia, es decir, son perfectibles con el tiempo, lo cual exige paciencia, perseverancia y prudencia de parte de los padres.
Las responsabilidades de nuestros niños, deben ser de niños, su trabajo laboral, si se puede llamar así, es el de estudiar y aprender en sus clases. Lógicamente deben expresar colaboración, ser esforzados, diligentes, y apoyar labores relacionadas primeramente con su vida, es decir, el orden de su cuarto, el cuidado de su cuerpo, de su ropa, el orden en su alimentación, el cumplimiento de hábitos de manejo del tiempo libre, etc. Pero todo esto, sucede de manera espontánea, cuando los padres se esfuerzan por mostrar, modelar y educar en los primeros años de vida de sus hijos, las virtudes del ORDEN, la SINCERIDAD, y la OBEDIENCIA.
Cuando un padre canaliza la formación de su hijo hacia estas virtudes, el niño percibe la vida con lógica, justicia, alegría, sencillez, y flexibilidad. Y seguramente para el niño, no va a ser injusto y trabajoso, hacer un favor cuando alguien se lo pide, u ordenar su cuarto después de jugar, tampoco será un problema responder con buenos hábitos de alimentación, aseo, higiene y manejo del tiempo libre, además de que va a expresar agradecimiento de lo que la vida y sus padres le ofrecen.
Lo curioso es que en algunos casos, los padres no tienen el concepto de normatividad equilibrado, e integrado con las virtudes, para algunas cosas son muy exigentes, para otras no. Algunas madres exigen demasiado sobre la presentación personal de sus hijas, pero no les interesa lo que ellas observen en la televisión, la música que escuchen, las amistades que seleccionen, o la forma como les responden ante una instrucción. Conozco otros padres que hacen un escándalo dramático cuando su hijo de 10 años, pierde su octavo teléfono móvil, pero no le dicen nada cuando es descubierto ante una mentira. Igualmente sucede lo mismo con los castigos, algunos padres castigan a sus hijos por dañar el computador, pero no le expresan su tristeza por haberles desobedecido al ejecutar comandos, que sabían no debían hacer, etc. La educación de las virtudes, determina la asimilación de principios, y a su vez, estos principios moldean el carácter de nuestros niños, si tienen incorporados principios morales, actuarán conforme a ellos, con responsabilidad, si tienen principios espirituales, demostrarán comportamientos consecuentes de fe y esperanza (que tanto hacen falta), si vivencian dentro de su hogar serenidad, expresaran calma en situaciones adversas.
Como adultos y padres deberíamos estar conscientes de que somos observados todo el tiempo por nuestros hijos, se supone que somos sus mejores modelos, nuestros hijos no solo aprenden gestos de nosotros, también aprenden formas de pensar, ideologías, lengua y lenguajes, y concepciones macro mundiales. Pero en el diario vivir, no siempre cuidamos lo que decimos frente a ellos, no cuidamos nuestra expresión corporal frente a ellos, somos demasiado dramáticos, no cuidamos lo que hacemos frente a ellos. La mayoría de los casos de ansiedad en los niños, es modelada por los adultos, un niño no expresa angustia, si no ve a su padre desesperado, un niño no piensa en el pan y la leche de mañana, si su padre no le previene exageradamente sobre ello, un niño piensa en el dinero de manera obsesiva, cuando el sentido de la vida para sus padres, -es el dinero-, un niño piensa en el suicidio, cuando su vida y su alrededor carecen de sentido, se ve abrumado, sin esperanza, sin optimismo, se siente cautivo y deja de soñar.
Si las responsabilidades de los niños deben ser proporcionales a su edad, las responsabilidades de los adultos también. ¿Qué le hace pensar a un padre, que al decirle a su hijo que no tiene dinero para cancelar la mensualidad del colegio, éste estudiará con más ánimo?, al contrario, para algunos niños, esto es una carga incomprensible que les afecta su rendimiento, y a otros, les reprime su potencial. Es cierto que los niños deben aprender a valorar lo que tienen, los lujos, y las comodidades, pero el agradecimiento es algo que se aprende únicamente en casa, pues vivencia la forma agradecida o desagradecida como viven y se expresan los padres cotidianamente, no tiene que ver con el status, tiene que ver con humildad y mansedumbre ante Dios, dos características que denotan verdadera sabiduría en los seres humanos.
Los niños pueden conocer los contratiempos económicos, materiales, financieros, e inclusive, dificultades a nivel conyugal y marital, pero la información que se les dé, -si se les da- debe ir proporcional a su edad, y más importante que esto, deben ser los comentarios posteriores que digan frente al niño, es decir, más que hacer hincapié en los problemas, los niños deben observar y escuchar permanentemente como sus padres, piensan en la solución y la ponen en practica. Si nuestros niños se enteran de alguna dificultad, es muy importante que se enteren de la forma como se resolvió esa dificultad. Esta es la manera como se les enseña que todo problema tiene solución (no solo salidas).
Muchos momentos de la crianza son agotadores, en muchos falta apoyo, más aún cuando hay separación, viudez o divorcio. Pero es necesario tener mucha fortaleza y sabiduría, para no abusar de los niños, que aunque deben colaborar, no deben asumir responsabilidades que no les corresponden. Es injusto atribuirle la responsabilidad del hogar a un niño de 9 años, que ante la falta del padre, familiares le dicen “ahora usted es el hombre de la casa, cuide a su mamá y a sus hermanitos”. Es una situación que han vivenciado millones de niños, y aunque por la providencia divina, en un buen porcentaje ha salido adelante, el costo para el alma de estos niños ha sido alto, su vida cambio no solo por la falta del padre, sino por asumir algo que ni siquiera entendían. A unos les toco empezar a trabajar, quizás truncando su proyecto personal, a otros, en lugar de pensar en cosas de niños, su mente pensaba en función del dinero, unos inclusive les toco pisar terrenos delictivos, y otros nunca disfrutaron la dicha de tener hermanos, porque aunque tuvieran mas de uno, crecieron sintiéndose más solos que algunos hijos unigénitos.
El respeto a las edades puede….
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