En alguna ocasión unos padres me decían “no sabemos de donde ha sacado esas mañas, nosotros siempre le hemos dicho que robar es malo”. Para cuando entrevisté al niño de 8 años, su versión fue más concreta “Lo que paso es que mi papá me dijo que me mataba si yo perdía el IPod, y como un compañero tenía un modelo parecido, yo lo tome prestado, para que mi papi no se diera cuenta y me matara.”. El problema de comunicar de manera incoherente, implica no solo hablar una cosa y hacer otra, sino también el uso inadecuado del lenguaje que muchos padres utilizan frente a sus hijos.
A algunos niños y adolescentes se les escuchan frases como “mi mamá me mata..”, “estoy súper crazy porque mi papá dice que soy una loca”, “mi mamá dice que soy igual de olvidadiza que ella”, “aunque mi mamá me prohíba tener novio, no me puede decir nada porque ella anda en lo mismo”, “en la vida lo que vale es la plata, eso dice el tacaño de mi papá”, etc.
Aunque la comunicación no se limita a las palabras que decimos, indudablemente estas tienen poder. Los niños con su pensamiento concreto, interpretan literalmente muchas palabras que escuchan, y si las escuchan de nosotros sus padres, la probabilidad de afectarlos es del 100%, pues los niños creen inicialmente lo que los padres les decimos. Cuando un padre le dice a su hijo “me tienes cansado, estoy harto de ti”, el niño resulta afectado, cuando una madre le dice a su hijo “si sigues así te voy a regalar”, el niño recibe su primera lección de cómo tratar a los demás como objetos intercambiables. Utilizamos muchas palabras incorrectas al dirigirnos a nuestros hijos, desafortunadamente, a la frase terrorífica que escuchábamos en nuestra infancia acerca del “coco”, se le han sumado otras doblemente terroríficas, con consecuencias para la autoestima, la autonomía y la responsabilidad del niño.
Al hablar con sus amigos, algunos padres no cuidan su conversación frente a los niños, aunque se percaten de la presencia del niño, utilizan palabras de grueso calibre y hasta groserías, la mayoría de los niños que dicen groserías, las han aprendido de sus padres. Algunos padres tampoco cuidan el tipo de palabras que utilizan frente al niño, y le hablan con un lenguaje no apto, no comprensible, y hasta malicioso, las primeras señales de morbo en los niños, son en su mayoría modeladas por sus padres o por un programa de televisión, película o video que mostró este lenguaje. Algunos padres son demasiado exagerados y dramáticos en sus conversaciones con los niños, la mayor competencia para la televisión, en su modelado histriónico, son los padres exagerados, escandalosos, gritones, impulsivos, ansiosos y que dan fácilmente lugar a la ira. Algunos padres critican el vocabulario de los niños de hoy, debatiendo sobre su pobreza, pero olvidan, que ellos mismos, utilizan palabras y manierismos convencionales propios de su generación, que también, son cuestionables y sujetos a crítica por su daño a la lengua materna.
Con los niños hay que utilizar un lenguaje claro, que contenga palabras reales, entendibles para ellos, pero sobre todo edificantes en lugar de destructoras. No importa que comuniquemos a nuestros hijos sus aciertos de manera subjetiva, lo que si hay que comunicarles objetivamente, son sus desaciertos. Las frases “me tienes cansada”, “ya no se que hacer”, “estoy al límite”, etc., no le aportan buena educación a los niños, y en cambio, los hace sentir malos, les crea culpa, les genera cargos de conciencia exagerados, y lo peor, es que les muestra tristemente la incompetencia de sus padres, y les llena de inseguridad y desesperanza. Cuando un padre no sabe cómo hablar a su hijo, debe buscar orientación, en lugar de decir al niño estas frases airadamente en un momento de discusión.
Hay muchas cosas que los niños deben saber, pero ellos nos lo hacen saber poco, así que, atiborrarlos con mucha información los confunde, ofrecerles información errada les altera su buena educación, no ofrecerles información adecuada les limita. La comunicación entre padres e hijos debe ser clara, sencilla, justa, directa, y sobre todo natural. Cuando un hijo pregunta a su padre sobre algo aparentemente bochornoso o de tabú, en lugar de evadir la respuesta, o dar una información apresurada imprudente, puede ser más asertivo, tomarse un pequeño lapso de tiempo para pensar en lo que el niño esta preparado para asimilar.
La comunicación con nuestros hijos debe ser coherente, y para ello debemos vivir con coherencia, es decir, -pensar, hablar y hacer lo mismo-. Hay personas que piensan una cosa, dicen otra y hacen otra, generando división, desorden, y caos a su alrededor. Algunos padres les dicen a sus hijos que no hagan trampas, pero ellos se pasan una luz en rojo, algunas madres les piden a sus hijas prudencia en sus comentarios, pero ellas alaban a la mujer chismosa en la telenovela. Hay niños que literalmente me han dicho “quien entiende a mi papá, dijo que haría tal cosa, y termino haciendo esto”, otros niños comentan que sus padres estipulan algo durante una semana, y la siguiente se olvidan, o estipulan algo nuevo, que contradice lo establecido anteriormente. Los niños son muy entendidos, tanto que detectan un sistema comunicacional de dobles mensajes, por ello, aprenden rápidamente a justificar sus actos de irresponsabilidad, de pereza o de mediocridad.
La comunicación es vital para hacer de nuestros hijos seres humanos íntegros y felices. Para fomentarla asertivamente al interior de la familia, se deben estimular virtudes como la confianza, la comprensión, la paciencia, y el respeto. Debemos cuidar ante nuestros hijos, nuestro lenguaje, las palabras que salen de nuestra boca, nuestros gestos, nuestra expresión corporal, ser coherentes con nuestros principios e ideales, ser unidos con nuestra pareja y comunicar según sea la necesidad de nuestros hijos, no la necesidad de nosotros. Al final de cada día, es prudente el ejercicio de reflexionar sobre todas las palabras que pronunció durante el día, especialmente a sus hijos, hágalo, seguramente le servirá para estar más apercibida(o) sobre lo que comunica y aprenderá cada día más, a dominar este difícil “arte”.
Para saber mas consulte el libro “Los problemas de los padres de hoy”, disponible en plataformas digitales e impresión gráfica.