PADRES SIN AUTORIDAD -¿MIEDO O IGNORANCIA?-

by | Sep 12, 2023 | Uncategorized | 0 comments

En la orientación de pautas de crianza a padres de primera y segunda infancia, es muy común escucharlos decir que su hijo o hija hace lo que quiere y que no se le puede decir nada, reportan hijos que gritan, lloran y hacen pataletas cuando no se les da gusto, y que ellos como padres no saben qué hacer, manifiestan que hablan y hablan con sus hijos y a pesar de hablar tanto, ellos siguen comportándose erráticamente, en casa y frente a sus compañeros o amigos de colegio.

Es indudable que las generaciones de niños y niñas se han transformado con el paso del tiempo, sin embargo, es evidente que estamos frente a una generación de padres, que ha cambiado tanto, el rol de paternidad y maternidad, que aspectos vitales como la autoridad prestigio, la afectividad, la comunicación asertiva y la disciplina, han sido tergiversados de tal manera, que en casa no siempre hay un norte definido, hay ambivalencia en pautas entre padres, se está dando una controversial educación de valores y principios, se observa en muchos padres negligencia, abandono, desinterés, inseguridad, permisividad, apatía, falta de  visión, demasiada atención a su imagen paterna y materna frente a terceros y también se observa miedo hacia sus hijos.

Ahora bien, admitamos que estamos en una sociedad con tanta información mediática y social, que muchos padres terminan confundidos con tanta sobreinformación contradictoria entre sí, de hecho, muchos arguyen que las filosofías de crianza modernas, junto con las leyes que aceptan y validan acusaciones sin pruebas y demandas de hijos a adultos, les han inducido a actuar de forma tan prevenida, que prefieren actuar con ligereza frente a situaciones donde se supone deben actuar con firmeza, es decir, sin autoridad, y acatando las orientaciones de supuestos “profesionales” e “Influencers” para no ir contra la corriente, porque no quieren ser tildados negativamente por la sociedad.

También encontramos aquellas familias donde los abuelos, tíos u otros familiares, están apoyando la crianza de los niños, y de forma voluntaria o impuesta, se involucran en situaciones cotidianas donde la frase común de ello es, “déjelo, no le diga nada, si no quiere déjelo” es muy escuchada por padres que se sienten impotentes y cohibidos, ya que, inevitablemente se genera un conflicto disyuntivo entre educar al hijo como manda su instinto, o alterar la relación con esos abuelos o familiares, y en la gran mayoría de casos, gana la imagen ante los familiares.

A todo lo anterior, se suman los conflictos entre padres, en algunos hogares abundan las discusiones y peleas, padres que atraviesan por situaciones económicas, de salud, personales, y afectivas que directamente afectan su desempeño paterno y materno, el tener problemas de pareja afecta la crianza, el sufrir por la pareja afecta la crianza, el tener problemas económicos afecta la crianza, el tener conflictos emocionales ya sea baja autoestima, traumas, trastornos, ansiedad, depresión etc. afecta la crianza, el no tener objetivos claros, sentido de vida y optimismo, afecta la crianza, en fin, las pautas de crianza entre ellas, la autoridad, son determinadas por múltiples variables día a día.

El resultado de estas actitudes y conductas de los padres que se niegan o no saben cómo ejercer autoridad prestigio antes sus hijos e hijas son evidentes, sobre todo a nivel social, niños que hacen pataletas escandalosas, algunos desarrollan inatención y dispersión, no atienden ante los llamados de sus padres, generalmente no tienen autorregulación, son los padres quienes los tienen que calmar, niños que se enojan mucho más cuando les hablan en medio de un berrinche, algunos golpean a sus padres, a sus compañeros en el preescolar, niños rebeldes y oposicionistas a las maestras de preescolar y profesores de colegio, algunos caprichosos, con modos adultos aprendidos, se comportan de distinta manera ante mamá, papá, abuelos y en el medio social, niños que exigen y solo comen lo que quieren no lo que les conviene o lo que les brindan sus padres, algunos acostumbrados a negociar con sus padres su comportamiento respetuoso,  niños con poquísima tolerancia a la frustración, algunos rechazan a sus padres, les discuten, les irrespetan, se burlan de los límites, en sus preescolares hacen escenas violentas, tiran cosas, muebles, son bruscos con sus compañeros, desobedecen literalmente y según algunos padres de hijos maltratados, son niños que desde ya están haciendo bullying a otros.

Cuando van creciendo se vuelven aún más caprichosos, desobedeciendo más normas, algunos no hacen las temidas pataletas, pero comienzan a chantajear afectivamente, conocen tanto a sus padres que saben que aprovechar del uno y del otro para su propio beneficio, aprenden formas de hipocresía, manipulación, victimización y otras, que no les ayudan a superar el egocentrismo propio de la primera infancia. Son niños grandes que van por la vida con baja tolerancia a la frustración, con enojo e irritabilidad, con mutismo selectivo ante ciertas personas o circunstancias, con inadecuadas o deficientes habilidades interpersonales y sociales.

Para cuando llegan a la adolescencia, comienzan a cuestionarse el sentido y propósito de sus vidas, interiormente comienzan a considerar que algo les faltó en su desarrollo, perciben a sus padres distantes y hasta extraños, se “alejan” afectivamente de ellos, comienzan a ser críticos de las pautas de crianza, de los valores, de los principios, de las conductas parentales y de la sociedad. La gran mayoría se siguen sintiendo víctimas del sistema, y por ende perciben que les debemos muchas cosas, esto es particularmente cierto, cuando no aprendieron a respetar y seguir instrucciones desde su tierna infancia, y es que, un joven o jovencita que no respeta la autoridad, no sabe liderar ni mandar sobre su propia existencia, ni tampoco puede valorar su comunidad y la sociedad donde vive.

Entonces, ¿Qué es lo que debes saber conscientemente como padre y como madre acerca de la autoridad?

En primera instancia que la autoridad es una necesidad para todo ser humano. La autoridad paterna y materna es el ejercicio practicado por los padres para influir asertiva y positivamente en los hijos, direccionando sus conductas a la luz de valores éticos y morales, con el fin de que vivan plenamente su vida y permitan vivirla a los demás como seres sociales dentro de una comunidad.  Inevitablemente, los niños deben ser direccionados en sus primeros años de vida, son sus padres quienes les enseñan hábitos y rutinas básicas, dormir, alimentarse correctamente, cuidar su cuerpo, relacionarse pacíficamente con otros, ser ordenados, organizados, etc., por eso, seguir las instrucciones de los padres constituye para los niños, no solo un derecho irrefutable, sino que, además, les proporciona una fuente de seguridad y un norte definido en su primera y segunda infancia.

En segunda instancia, todo padre y toda madre deben estar conscientes de que los niños en la primera infancia y aún en la segunda infancia, son totalmente vulnerables, sugestionables y moldeables ya que necesitan conocer el mundo en el que viven, por tal motivo, están preparados cognitivamente para absorber y empaparse de lo que básico que la vida les pueda mostrar a nivel concreto y práctico. Cuando los padres se rehúsan a ser autoridad, están dejando a sus hijos sin defensas para afrontar al mundo y a la sociedad, porque las defensas de los hijos se aprenden en casa, con valores como el orden, la obediencia, la sinceridad, la buena comunicación, el respeto, la fortaleza, la perseverancia, la justicia, etc.

En tercera instancia, y hablando de valores, los padres deben saber y conocer generalidades de la etapa psicoevolutiva de los hijos, reconocer y admitir que existen edades sensitivas para el aprendizaje de valores y aprovechar las ventanas de oportunidad de cada edad y etapa, son básicas para influir positivamente en la crianza de los niños de acuerdo a su desarrollo moral y social, y no necesariamente, a su desarrollo cognitivo y mental. Es decir, un padre con un hijo de 3 años a quien le educa para que siga sus instrucciones, muy seguramente a los 8 años le podrá educar el valor del respeto de manera integral como valor moral personal y social, pero nunca al revés. Es que el seguimiento instruccional de parte de los hijos hacia los padres en su primera infancia y segunda infancia es vital para que los niños y niñas tengan un concepto adecuado de las distintas autoridades con las que se relacionarán el resto de su vida, porque finalmente, cada sociedad está liderada por distintas líneas de autoridad y el respeto a ellas, es lo que conforma el llamado orden social apacible.

Ahora bien ¿Cómo ejercer correctamente tu autoridad, para que sea una autoridad prestigio y respete la integralidad de tu hijo o hija?, ten en cuenta las siguientes orientaciones:

  1. Analiza tus intenciones profundamente, una madre me decía el otro día, que no ejercía autoridad por temor a su suegra que vivía con ella, y a quien quería agradar, sin embargo, había permitido muchas conductas de irrespeto en su hijo de 4 años y se sentía muy mal. Así que, necesitas superar tus prejuicios como padre y madre, necesitas entender que eres el responsable de educar valores y virtudes para que tu hijo aprenda a respetar y vivir en comunidad, si tú no lo haces, la sociedad lo hará y enseñará no valores sino antivalores.
  2. Es muy importante que seas muy selectivo con las lecturas que tienes de crianza, toma lo bueno, desecha lo malo, y, ante todo, recuerda que tienes un maravilloso instinto materno y paterno, que te dice cuáles son las necesidades reales de tu hijo, en oposición a sus caprichos o a las teorías de la sociedad moderna que te intimidan y en estos tiempos, te hacen creer a ti y a los demás padres que no saben nada, cuando no es así, si lo decides, puedes ser un padre o una madre con carácter y sabiduría.
  3. Supera tus traumas de infancia, tus conflictos por las pautas de crianza que recibiste de tus padres, no tienes que irte al otro extremo, ese ha sido el peor error para muchos padres. La buena crianza es un perfecto balance entre autoridad y afectividad, amalgamado con la buena comunicación. Todo extremo es dañino, amor sin límites es permisividad, límites sin amor es autoritarismo, exceso de comunicación y cantaletas es desprestigio e irrespeto.
  4. Ahora bien, la clave es ser firme y constante con tus instrucciones, esto no implica ser violento, agresivo o irrespetuoso con tus hijos. Ser firme es estar seguro de que lo que estás mandando y constante es mantenerte en esa firmeza a lo largo del tiempo.

Finalizo animándote a tomar las riendas de la crianza de tus hijos, desdramatiza la educación de tus hijos, enfócate en lo importante, los valores educan el carácter, los límites generan autorregulación y todo esto, favorece en los niños y jóvenes la buena toma de decisiones y las habilidades de resolución de conflictos que tanto soñamos para esta nueva generación. De ti depende no criar a tus hijos como generación de cristal, de ti depende criar seres humanos responsables, fuertes y amorosos, de ti depende entregar a la sociedad personas respetuosas, resilientes y con altísima inteligencia emocional. ¡No te rindas!

Si deseas ampliar este tema te invito a adquirir mis libros “Padres con carácter” y “Los problemas de los padres de hoy”.