SABER PERDONAR…

by | May 12, 2022 | Uncategorized | 0 comments

El perdón es más que una llave, es el camino real de la felicidad y el amor humano. Constantemente somos ofendidos, eventualmente percibimos daño en nuestras relaciones con otros, sentimos dolor y sufrimiento causado por otro ser humano, por las situaciones, o por nosotros mismos. El perdón puede aliviar todo esto y más, porque devuelve el bien por el mal. Sin embargo, a diario encontramos personas sumidas en un dolor profundo, en resentimiento, enojo, y rabia hacia otros, hacia su pasado. Encontramos personas amargadas, con desesperanza, odios, rencores, o deseos de venganza, con actitudes prevenidas y reactivas, con traumas y trastornos, cuya solución está disponible para todos, pero que muchos deciden no hacerlo entre otras cosas por miedo, y otros porque no saben cómo hacerlo.

Las heridas y agresiones de los seres humanos, pueden crearse desde antes de nacer, en el vientre un bebé puede percibir el desprecio de sus padres, marcándolo para toda su vida, luego de nacer, sus emociones, sentimientos, percepciones, aprendizaje, memoria, relaciones y  recuerdos, estructuran su sistema mental de pensamientos y de creencias, una información psíquica, que conformará su visión de la vida, y desafortunadamente dentro de ella, también albergará resentimientos, temores, miedos, rechazos y  traumas, alterando el desarrollo de su personalidad, su voluntad, su carácter y también, sus recursos de afrontamiento para vivir, o cómo algunos dicen –sobrevivir-. Es por esto, que la ruta del perdón como herramienta terapéutica, se establece inicialmente, en procesos relacionados con nuestro origen, infancia y desarrollo, son imprescindibles el perdón hacia los progenitores, hacia el núcleo familiar primario, y hacia la familia extendida. Cuando esto se da, se posibilitan mayormente los procesos de perdón a sí mismo, y a los demás seres humanos.

¿Y cómo se realiza esto?, los estudios resaltan la necesidad de que la persona inicialmente, elabore mentalmente el dolor por encima de su sentir afectivo, esto permite avanzar más allá de los recuerdos vividos, auto regular las emociones, y analizar los afectos y los sentimientos asociados al dolor, también permite vislumbrar la bondad y la maldad de la situación de una manera más imparcial.  Elaborar mentalmente la agresión, la ofensa, el rechazo, la traición, etc., puede permitir comprender y entender la situación, e inclusive entender al agresor o al verdugo. Obviamente, comprender no es justificar ni excusar, sin embargo, éste ejercicio, enmarca la órbita del dolor de una manera más objetiva, y esa comprensión de la situación, producto de ese análisis mental, cognitivo y racional, potencia la empatía, una maravillosa habilidad para aceptar la humanidad propia y del agresor.

Cuando la persona analiza motivos, razones, causas, puede identificar los detonantes, puede explicar las conductas, y hasta puede comprender lo sucedido, y por ello, vislumbra la utilidad y necesidad del perdón, y consecuentemente, está en capacidad de renunciar a la retaliación contra la persona que le hizo daño, a los deseos de venganza, cancelando la obligación del agresor. Su voluntad se comienza a encauzar hacia la compasión, hacia la misericordia, esto significa que comienza a ver al agresor sin obligaciones morales de restitución, y de esta manera, comienza a soltar no solo a la persona y a la situación, sino también a despojarse del dolor y el sufrimiento de los recuerdos.

Este proceso permite a la persona desenlazar su pasado, y su decisión de perdonar, le permite desenlazarse de su dolor, de su resentimiento, sufrimiento y amargura. Cuando la persona voluntariamente perdona, paulatinamente puede sentir como desaparece en su mente y en su corazón el odio, la rabia, la tristeza, el rencor, el deseo de venganza, la ira crónica, el miedo y hasta el llanto. Luego de que una persona ha perdonado a su agresor, le suceden cambios a nivel cognitivo y a nivel psico-emocional y social, recobra su importancia dentro de los grupos y la sociedad, comienza a percibir la vida con mayor propósito, desarrolla una visión del futuro con sentido, equilibrio y alegría, y algo muy importante, comienza a desarrollar su capacidad de dar y de darse nuevamente a los demás.

Cuando la persona voluntariamente toma la decisión de perdonar, entiende que esto es un acto gratuito y unilateral, lo hace porque quiere y lo ratifica porque lo siente. Al perdonar la persona se libera no solo del agresor, sino también de la agresión y de la herida, también se libera de la hostilidad, la parálisis, la desconfianza, la soledad, el rechazo, los temores y de su tendencia a justificar su odio. Y quizás una de las cosas más importantes al perdonar, es que la persona deja de sentirse humillada, avergonzada, y bloqueada por miedos. Esto es algo muy significativo para el crecimiento psico-emocional y moral de quien perdona, porque liberarse de todo esto, le permite verse a sí mismo, menos vulnerable, con mayor control y con menos condenación y culpabilidad. En otras palabras, comienza a vivir su vida con verdadera libertad.

También hay que tener en cuenta que, el pasado no se puede cambiar porque no existe en el presente, y por ello, lo que busca el perdón es cambiar la narrativa de ese pasado, cambiar la memoria de lo sucedido, pasar del rencor al dolor y luego, al recuerdo sosegado, es decir, lograr que la persona evoque los momentos de dolor y sufrimiento, como recuerdos reconciliados en el presente. Tristemente, muchas personas amanecen cada día, con el equipaje de su pasado sin resolver, con su memoria llena de las emociones y recuerdos dolorosos, y con su latente deseo de venganza y castigo hacia el agresor. Muchos de ellos, no se atreven a perdonar por sus fortalezas mentales, piensan que, si perdonan sin condiciones, el mal vencerá y quedará impune, otros creen que, si olvidan las ofensas, éstas renacerán.  Debemos saber que el perdón no niega la gravedad de los hechos sucedidos, lo que hace es que el dolor pueda procesarse y resolverse rápida y verdaderamente, a veces de una sola vez y otras veces requiriendo varios momentos.

Ante tantos beneficios del perdón, ¿Qué impide que las personas tomen la decisión de hacerlo?, bueno, tres causas son las siguientes:

  1. Algunos esperan a que los agresores pidan perdón, se disculpen, intenten reparar el agravio, o prometan no volver a incurrir en la falta, es decir, algunos pareciera que necesitan comprensión empática por parte del agresor, la cuestión con esto, es que no siempre se dá, o cuando se da, el agresor generalmente lo hace obligado o motivado por el agredido, lo que es percibido como un acto falso de compunción. El perdón debe ser una iniciativa unilateral.
  2. Un impedimento al perdón, lo observamos en las personas cuyos rasgos de personalidad, no les ayudan a realizar procesos de perdón, me refiero a personas con inestabilidad emocional, inseguridad, bajos niveles normativos, altos niveles de suspicacia, impulsividad y dominancia, estos rasgos favorecen el resentimiento, la amargura y la victimización. Realmente se necesita una personalidad suficientemente madura como dirían algunos, para aprender y practicar el perdón.
  3. Algunos creen que perdonar implica siempre restauración y reconciliación, y realmente estos procesos no son tan inherentes. Muchas personas al perdonar a sus parejas abusivas y tóxicas, por ejemplo, no están obligadas a reconciliarse con ellas y restaurar la relación, las personas que han sido víctimas de abusos físicos, emocionales, psicológicos, verbales, etc., no están obligadas a restaurar las relaciones. Sin embargo, todas las personas heridas y agredidas, tienen la capacidad de perdonar honestamente, para soltar y soltarse, para cerrar ciclos, para sanar sus emociones, para sanar los recuerdos de su pasado, y es de esta manera, que podrán vivir el presente y abrazar lo nuevo del futuro.

Por otra parte, en mi práctica profesional, encuentro personas que ya han desarrollado la capacidad para perdonar a otros y lo hacen, pero aún patinan en terrenos de auto condenación y autoinculpación, es decir, sus propios verdugos son ellos mismos. Al respecto es necesario reconocer que tan importante como perdonar a otros, es perdonarse a sí mismo, cuando las personas no se perdonan a sí mismas, viven auto resentidas y amargadas, se menosprecian, se auto rechazan y rechazan a otros. Los procesos de auto perdón son condicionales, requieren establecer resoluciones de cambio y estándares de comportamiento distintos en un futuro, para no continuar cometiendo los errores o las conductas disruptivas. Cuando una persona se auto perdona específicamente y de forma efectiva, se vuelve más compasiva, generosa y amorosa hacia sí misma y esto mismo lo proyecta hacia los demás.

Finalmente, recuerda que el perdón, no es disculpar solamente, no es excusar las ofensas simplemente, no es negar el daño sufrido, ni tampoco es pretender que nada pasó, el perdón es un proceso psíquico que configura la relación consigo mismo, con los demás e inclusive, con las situaciones, necesita elaborarse, procesarse y resolverse. Recuerda que para saber amarte, necesitas perdonar y perdonarte. Es imposible vivir felizmente sin perdonar, no podríamos volver a relacionarnos sino decidiéramos perdonar, no podríamos volver a amar sino vivimos una vida de perdón, no podríamos crecer, madurar y ser plenamente felices sino nos auto perdonamos.   ¿Consideras que necesitas ayuda para hacerlo?

No dudes en consultarme.