¿Eres feliz?, es una pregunta simple, pero no siempre su respuesta es igual. La felicidad es un bienestar subjetivo interno, y demarca la idea de un estado afectivo de satisfacción plena para alguien, que ha alcanzado o logrado algo muy deseado.
Implica temporalidad, es decir, no siempre se es feliz. Implica tener posesión sobre algo material o ideal. Las personas buscamos ser felices, promovemos la felicidad desde varios ámbitos; desde principios éticos y/o espirituales, hasta aspectos sociales, económicos, religiosos, biológicos, familiares, materiales, ideales, etc. Sin embargo, a la hora de buscar la felicidad, valdría recordar lo que dijo Aristóteles hace miles de años: El hombre feliz es el que vive bien y obra bien.
¿Reflexiona sobre tus ideales de felicidad, son buenos solo para ti?, ¿hacen que solo te concentres en ti mismo?, Te llevan a enajenarte o alienarte?, si es así, quizás termines deprimido o desconectado en vez de feliz.
Debemos saber que la felicidad tiene que ver con valores morales, con virtudes humanas, con inteligencia emocional, con inteligencia espiritual, con coherencia y transparencia, con madurez y crecimiento. Por tanto, la felicidad está potencialmente incorporada dentro de nosotros, todos absolutamente todos, en algún momento, tenemos acceso a ella.
Es un error creer que la felicidad es el resultado de un enfoque hacia afuera, externo a nosotros, la realidad es que, es una condición interior, involucra pensamientos, sentimientos, emociones, y hasta bioquímica, por lo cual, podemos decidir y direccionar nuestros estados mentales hacia la felicidad.
Con esto en mente, te vuelvo a preguntar ¿eres feliz?… a veces es tan simple como quererlo ser, algunos dicen que los humanos tendemos a complicarlo todo, y precisamente por esto, es que un primer paso para ser feliz es ¡encontrar específicamente algo porque ser feliz todo el tiempo!
Eres un ser humano valioso, tienes grandes capacidades, habilidades, talentos, dones e inteligencias. Tienes el privilegio de decidir, puedes fortalecer tu voluntad cada día más, eres responsable de tus actos, de tus decisiones, de tus comportamientos. Tienes libre albedrío, así que percibe y observa la cantidad de “cosas” a tu alrededor por las que puedes estar feliz. No importa lo que parezcan estar las “cosas”, toda situación o circunstancia contempla varias miradas.
Es tu decisión la que te permite estar agradecido en lugar de quejarte, observar lo bueno en lugar de enfocarte en lo malo, perdonar en vez de amargarte, valorar en vez de despreciar, amar en lugar de odiar. Tienes la capacidad para dirigir tus pensamientos y tu mente hacia lo constructivo, lo creativo, lo positivo, lo útil, y lo asertivo. Redirige tu perspectiva predeterminada de tu cerebro hacia lo bueno y no hacia lo malo, hacia la vida y no hacia la muerte o el temor.
Cuida tus pensamientos, en muchos casos, son ellos los que generan sufrimiento y dolor, en vez de salud, paz y felicidad. Si piensas con pensamientos buenos, NO puedes al mismo tiempo pensar pensamientos malos. Por lo tanto, para estar regularmente feliz, debes tener constantemente buenos pensamientos, de esta manera, tu bioquímica cerebral estará segregando niveles adecuados de dopamina, oxitocina y serotonina, correlatos cerebrales de alegría y satisfacción.
Más allá de tus pensamientos y tu bioquímica cerebral, cuando tu inteligencia espiritual es también alta, tus niveles de fe pueden sostener tu felicidad de una manera constante y profunda, puedes concentrarte en tu espíritu, en Dios y en lo que El representa para ti, finalmente, es la fuerza que impulsa toda creación dando propósito y sentido de vida permanente.
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